Quiero hacer una pequeña reflexión tras el maravilloso directo que tuve el placer de compartir ayer con Celia sobre alimentación y en el que también abordamos, con el humor que nos caracteriza a ambas, el tema de la literalidad en el espectro del autismo.
Podéis ver aquí el fragmento al que me refiero
La literalidad autista, o esta manera tan literal que tengo de interpretar las palabras, puede dar pie a anécdotas graciosas, siempre y cuando sean graciosas para mí misma. Repito, siempre y cuando a mí sea la primera a quien le parezca gracioso.
Vivir con esta literalidad también puede significar cosas como por ejemplo:
- Se pueden reír de mí sin que yo sepa el porqué. Sugiero que por lo menos me lo cuenten, a poder ser sin tono de “pareces tonta”. Por mi parte llevo fatal el sentido del ridículo y a lo que me refiero aquí es a la maldita burla de lo que es “diferente”.
- Puede afectar mucho en las interacciones sociales. Desde una interacción en el supermercado, hasta con un grupo de amigos.
- Acostumbra a ser devastador en las relaciones de pareja o intentos.
Algunos ejemplos prácticos:
- Si alguien me dice me “me gustas” yo interpretaré que le gusto. Así que si es un “me gustas” del estilo quedabién con otro significado detrás… No lo voy a entender. Y lo mismo al revés con un “no me gustas”.
- Si me dicen “no quiero ir” con la intención de que yo insista en decirle que venga… Es posible que se enfade porque no voy a insistir. Y menos con lo poco que me gusta que me insistan a mí.
- Cuando me preguntan, contesto lo que pienso (con educación).
- Tomando algo, cuando alguien dice la última copa, es la última en mi cabeza. No es la vigésimo tercera antepenúltima como suele pasar.
- Y, sí, la primera vez que me ofrecieron cecina de León, pensaba que era de león (animal).
Estas pequeñas cosas se van acumulando y van haciendo mella en más y más confusión y baja autoestima.
Supongo que la literalidad en el espectro del autismo es uno de los componentes de la ingenuidad que nos hace tan vulnerables en muchas situaciones. Insisto: seamos todos más literales, con menos dobles (y triples) sentidos. Y que nunca nos falte nunca el humor sano.
Hasta aquí una mini reflexión para no restar importancia ni invisibilizar los efectos de algo que va más allá de momentos tan maravillosos y divertidos como los de ayer.