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Aquí va una mezcla de literalidad y camuflaje autista 😉 

Cuando alguien me dice el típico No seas así“, ya sé que no significa NO + SEAS + ASÍ, sino que hay algo más extenso detrás de estas tres palabras (no te comportes así si ya sabes como son, simula que te interesa y habla, no te vayas tan pronto si los demás lo estamos pasando bien… Y así un largo etcétera).

Mi respuesta inmediata con un ¿Y cómo quieres que sea? (normalmente levantando la ceja izquierda y haciendo una mueca), a pesar de saber que es una pregunta retórica, es una respuesta literal. Lo pienso y me intriga saber cómo espera o quiere que sea “yo” la persona que tengo delante. O cómo debería haber actuado para complacer. 

Lo voy a intentar explicar desde mi “yo antes del diagnóstico” y en parte desde mi “yo actual”; porque tener el diagnóstico de autismo no hace desaparecer por arte de magia los comportamientos que he tenido toda mi vida. Tener el diagnóstico es más bien un punto de partida para trabajar estos comportamientos, para conocerme y para encontrar la manera de ser feliz con mi “yo más real”. 

Durante estos meses he descubierto conceptos como el camuflaje autista o la máscara social. Y no es nada más que una de las primeras cosas que escribí como “lo que debía pero no quería ser” o  “el esfuerzo para comportarme de la manera correcta”.  Algo que he venido haciendo toda mi vida y darme cuenta ha sido de las cosas que más me han afectado. Porque de alguna manera, sin darme cuenta. se había convertido en mi modus vivendi o en mi mayor recurso de supervivencia frente a una sociedad difícil de encajar.

Cuando sientes que eres diferente y tienes este sentimiento de no pertenencia a nada ni a nadie, de una manera tan fuerte, aprendes a funcionar por patrones. A comportarte como los demás esperan que lo hagas, o peor, como crees que esperan que lo hagas. 

Te vuelves una experta en analizar y sobreanalizar no sólo los patrones de funcionamiento de tu entorno, sino tu propio comportamiento. Ensayas los posibles diálogos antes de participar en cualquier interacción social (ya sea personal o de trabajo), con las correspondientes expresiones faciales y movimientos de manos delante de un espejo; intentando planificar todas las posibles variables con el objetivo de prever cualquier imprevisto (contradictorio, ¿no?). . 
Así que, a modo de resumen, cuando contesto con este ¿y cómo quieres que sea?”, de alguna manera estaba (y creo que todavía estoy) pidiendo más información para seguir llevando a cabo este camuflaje social que llevo tantos años practicando. Un enmascaramiento que se traduce en nervios, desgaste, cansancio extremo y desánimo. Llevando, en mi caso, a ansiedad y depresiones.

Hasta aquí algo más de literalidad y camuflaje autista.

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