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A veces siento muchas ganas de llorar sin motivo aparente. Y normalmente viene de golpe; sin avisar.
Cuando estoy cansada y con dolor de cabeza, ya sé que el motivo es una de mis explosiones (colapso, derrumbe emocional, shutdown,..).
Pero de lo que hablo aquí es de una sensación de llanto que aparece en momentos más bien inesperados.  

De repente me siento inmensamente triste y con ganas de llorar desconsoladamente. Y lo curioso es que no siempre consigo llorar. Muchas veces es como algo que se me queda dentro, en forma de angustia, y no lo puedo sacar ni viendo la película más dramática del mundo. Entro en modo triste-bloqueo.

Le doy mil vueltas, entro en bucle una y otra vez, y no soy capaz de saber por qué estoy llorando o por qué tengo ganas de llorar.
Es más, algunas veces llego a la conclusión de que precisamente estoy en un buen momento de mi vida  y no debería tener motivos para estar triste. Entonces todavía lo entiendo menos y así voy alimentando el caos en mi cabeza. 

Contarlo o no contarlo

Hasta hace relativamente poco no me gustaba contarlo porque es un poco raro y difícil comunicar “tengo ganas de llorar y no sé por qué” sin que la otra persona se sienta “obligada” a hacer algo para que estés mejor. .

Ahora sé a quién se lo puedo (o debo) contar y a quién no. Y esto no significa que sean mejores o peores amigos. Simplemente sé a quién se lo puedo contar y va a respetar mi tiempo y mi espacio o quien no va a poder evitar querer estar “ahí” con buena intención pero de una manera demasiado intrusiva para mi. 

Así que si un día te digo “tengo ganas de llorar y no sé el porqué” o me encuentras inmersa en un llanto sin motivo aparente, simplemente dame mi tiempo y mi espacio. Si necesito que me ayudes a encontrar el motivo o la solución, te lo diré.  ¡Gracias! 

(En el minuto 00:40 empieza una de mis partes favoritas y en el minuto 1:11  empiezo a levitar y hacerme llegar a un “meltdown”)

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