Skip to content Skip to footer

Últimamente en las charlas que doy estoy hablando mucho sobre la crisis de identidad tras obtener el diagnóstico de autismo y hoy quiero hacer una pequeña reflexión sobre este tema.

Al obtener el diagnóstico, o detección, de autismo mi reacción fue una euforia inmensa; no por el hecho de ser autista sino por el “simple” hecho de poner nombre a “eso” que estaba ahí desde siempre  pero que no sabía qué era. Poder, por fin, entender tantísimos porqués; comprender que no estaba rota ni defectuosa… ¡Qué os voy a contar que no sepáis sobre esto a estas alturas! 

Tres años más tarde me he dado cuenta de que pocas veces te avisan de lo que pasa después. Esa bofetada de realidad que te llega y explico en el capítulo  23 de Neurodivina y punto (cuña publicitaria a mí misma jojo 😉 ); 
lo que ocurre cuando tomas conciencia de todo lo que ha pasado hasta entonces y cómo lo has afrontado (básicamente como has podido). 

Al recibir el diagnóstico me di cuenta de que llevaba toda mi vida enmascarando, camuflando, intentando encajar a toda costa, buscando el sentido de pertenencia y, en definitiva, no permitiéndome SER. 

Y a medida que iba descubriendo estas cosas, me venían mil preguntas a la cabeza, pero la primera que apareció fue:¿Quién soy? seguida de otras preguntas como  qué es lo que sí y no me gusta en realidad, quiénes son amigos y quiénes conocidos, cómo y cuándo explicar lo que estoy descubriendo, etc etc etc.

¿QUIEN Y CÓMO SOY?
A ver, sé que me llamo Sara, de quién soy hija o madre y dónde vivo. 
Pero… PERO, cuando te das cuenta de que llevas décadas usando unas máscaras sociales  con las que eres una persona distinta en cada entorno, pues digo yo que lo mínimo que te puede ocurrir es que tengas la crisis de identidad de tu vida al tomar conciencia. 
Recuerdo sentir mucha vergüenza al tener que preguntarle eso a mi psicóloga.  Y también sentí una sensación extraña de mucha confusión que poco a poco se fue mezclando con la rabia, no os voy a engañar. Me dio mucha rabia verme a mis 41 años preguntándome quién y cómo soy. De hecho, en esa maravillosa (ironía) crisis de identidad me llegué a sentir culpable por pensar que llevaba toda la vida engañando a mi entorno con esos personajes. Incluso me sentí un fraude. 

Así que pasé de saber que no estaba rota ni defectuosa, a sentirme un engaño o un fraude para mi entorno. Pero por suerte eso duró poco porque enseguida fui entendiendo que no era así y que lo que tocaba era empezar ese proceso de desaprendizaje y deconstrucción de todas las cosas que no me hacían bien para poder empezar a, por fin, ser. 

ACOMPAÑAMIENTO
Para finalizar quiero decir, una vez más, la importancia de tener acompañamiento tras recibir el diagnóstico y lo peligroso que puede ser dar el diagnóstico a alguien sin ofrecerle esa posibilidad.

Go to Top