Tras obtener el diagnóstico, me di cuenta de las dificultades que he tenido siempre para diferenciar quiénes eran amigos y quiénes eran conocidos.
¿Os imagináis el despropósito?
Esto me podía convertir tanto en una ingenua, una “iluminada”, para algunas personas; como en ser una presa fácil para otras (malas) personas. ¡Peligro!
Por otro lado, una de las cosas que recuerdo, y ahora me parece curioso, es que cuando un profesional o conocido (¿o amigo?) me preguntaba “¿Qué es para ti un amigo?” yo respondía “una persona con la que pueda ser yo”. ¿Quizás estaba proyectando mi felicidad, sin darme cuenta, en el hecho de poder ser yo misma?
Por otro lado, soy una persona distante, lo he dicho mil veces; y pocas veces dejo que me ayuden.
A veces pienso que es una coraza por el miedo de sentir el rechazo y frustración si, al abrirme, nadie quiere “estar ahí de verdad”. Supongo que estas son parte de las inseguridades eternas tras una vida sin diagnóstico, vistiendo corazas a modo de supervivencia.
Y hasta aquí un mejunje de reflexiones sobre amistad.
2 Comments
Rebeca
Me pasa mucho que cuando me abro con una persona me termina decepcionando, es posible que mis expectativas sean muy altas? No lo sé,el tema es que me terminan desilusionando emocionalmente o en el peor de los casos hasta robando😞
Mujer y Autista
🙁 No te sabría decir el motivo, pero sé de lo que hablas…