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Mi nivel de tolerancia a los ruidos es más alto o más bajo en función de mi estado anímico.
Aunque creo que mi nivel de tolerancia de partida suele estar por debajo de lo “normal”. 

Mientras escribo, a bote pronto se me ocurren algunos ruidos que me irritan / molestan (recomiendo saltarse esta parte a las personas con alta sensibilidad): 

  • Petardos y todo lo que tenga pólvora (ver artículo sobre mi gran fobia)
  • Globos y explosión de bolsas de plástico. 
  • Descorche de botellas de cava 
  • Portazos y caída de tablones. 
  • Motos y coches
  • Sirenas de ambulancias, policía y, sobre todo, bomberos. 
  • Taladros y martillos (sobre todo de metal a metal).
  • Silbatos y bocinas
  • Acoples de micros / altavoces
  • Gritos, chillidos y personas que hablan alto.
  • Mucha gente hablando a la vez
  • Risas estridentes.
  • Autobuses y trenes (vías).  
  • El camión de la basura cuando vacía el contenedor de vidrio. 
  • Juguetes de bebés / niños con música y sonidos
  • Tizas / uñas en pizarra
  • Cubiertos rascando el plato o entre ellos.
  • Ollas, tapas y el roce de metales en general
  • Frenos de bicis, coches y motos.
  • Bruxismo. 
  • Alarma de seguridad / incendios. 
  • …. 

 

Qué me pasa cuando me irritan o molestan los sonidos 

  • Me vienen escalofríos y necesito taparme los oídos con las palmas de las manos. En el postureo social (así le llamo) disimulo tapándome los oídos con los dedos por debajo del pelo y bajando la barbilla para asegurarme de que el pelo me tapa la mano. Todo controlado. 
  • Me invade una sensación extraña con la necesidad de “sacudirme” o “zarandearme” y liberar energía. Y tengo que hacerlo o los escalofríos no se van. A veces puede ser un movimiento casi imperceptible y otras tengo que irme a algún rinconcito donde no me vea nadie.
  • Cualquier día me voy a quedar sin dientes (llevo dos ortodoncias hechas y espero no tener que hacer una tercera) y labios de tanto apretarlos.
  • A veces hago un canturreo con sonidos más bien graves para “anular” el ruido mientras me tapo los oídos.  

Los días que estoy muy “cargada” me molesta todo. Me molesta hasta cuando alguien me habla (bueno, vale, esto me molesta en más ocasiones, pero ahora hablo del “sonido”) o si cae un folio al suelo.

Curiosamente (o no tan curiosamente), suelo calmarme con los auriculares y alguna lista de música que ya tengo creada para la ocasión. 

Próximamente: el silencio acompañado.

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