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Hace meses que quiero escribir sobre mi primera experiencia viajando con asistencia, y hoy parece que ha llegado el día. 

A finales de septiembre tuve la suerte de poder participar en el 1er Congreso Hispanoamericano Autista en México, pero eso conllevaba un largo viaje en avión. 

Por suerte, a principios de año, viendo que tendría que viajar bastante en avión, hice por fin un curso para perder el miedo a volar y tengo que decir que es una de las mejores inversiones que he hecho. Hablé sobre ello aquí

Tardé una eternidad en comprar los billetes para ir a México ya que no veía clara mi participación por logística familiar y laboral. Bueno, y porque me aterraba hacer semejante viaje sola, no os voy a engañar. Así que cuando logré salir de mi bucle de procrastinación, me decidí a comprar los billetes, no sin antes volver a entrar en un bucle de indecisión por no tener claro los enlaces, cambios horarios, etc. Por suerte, apareció la oportunidad de que me ayudara en eso una persona que se dedica a esto. Gracias Lucía (Zafiro Tours, Oviedo) por hacerlo todo tan fácil.

Las semanas antes, incluso meses, estuve terriblemente irritable y con muchísima ansiedad. Y tengo que decir que lo que me daba tantísima ansiedad no era el viaje en sí sino el hecho de que no tendría asiento asignado en los distintos vuelos hasta 1 semana antes de partir. Eso se me hacía insoportable, ya que necesito saber que estaré en un asiento con ventana. El hecho de pensar que me podía tocar sentarme entre dos personas me daba todos los males habidos y por haber. Si me siento en la ventana me resulta más fácil crear algo más de espacio con la persona de al lado. ¿Cómo? Pues voy pegada (literalmente) a la ventana. Es lo que hay.  Finalmente pagué por elegir asientos porque realmente era insostenible vivir con ese nivel de agobio. 

Por primera vez iba a pedir asistencia para mi viaje y ahí empezó una “aventura” de lo menos agradable. 

Por un lado, pedí asistencia en los aeropuertos de AENA (Barcelona y Madrid) y esta parte fue genial. Las instrucciones fueron claras y concisas. Todo fueron facilidades Y después procedí hacer lo que se indicaba en las instrucciones: contactar con las compañías aéreas para indicar la petición de asistencia y, en el caso de ir a destinos que no fueran aeropuertos gestionados por AENA, pudiera tener la asistencia en el aeropuerto de destino.

LO DE AEROMEXICO
Contacté con AeroMéxico, la compañía con la que viajaba para consultar cómo lo debía hacer para tener asistencia a mi llegada a Guadalajara, México. Lo reconozco, la llegada allí era lo que me daba más miedo porque sé el nivel de bloqueo al que puedo llegar en una situación así y realmente era importante para mí tener esa asistencia. 

En la web de la compañía  encontré un apartado para “personas con discapacidad” en el que se indican cosas como “La Ley de Accesibilidad en el Transporte Aéreo de los Estados Unidos de América (en adelante “Ley ACAA”, 49 U.S.C. 41705) prohíbe a las aerolíneas estadounidenses y extranjeras en general la discriminación a pasajeros con discapacidades físicas y/o mentales” o “A nuestros clientes con discapacidad, quienes formamos parte de Grupo Aeroméxico agradecemos su preferencia y le compartimos los servicios que nuestras líneas aéreas Aeroméxico y Aeroméxico Connect (en adelante englobadas bajo el término “Aeroméxico” ponen a su disposición para hacer de su viaje la mejor experiencia al volar. Muchas de las discapacidades no son del todo visibles, por lo que dependemos de la información que desees proporcionarnos, la cual nos permitirá servirte de acuerdo a sus necesidades. Con la intención de no incomodarte haciéndote preguntas referentes a tu discapacidad, nos gustaría conocer los servicios que podrías requerir para que tu viaje sea placentero.“

03/09/2023 – Contacto con Aeromexico para indicar que lo mismo que indiqué a AENA y solicitar asistencia. Sobre todo en el aeropuerto de destino. 

04/09/2023 – Contestan solicitando varios datos personales y de mis vuelos.Se lo facilito enseguida. 

04/09/2023 – Contestan de nuevo indicando lo siguiente: Agradecemos el envío de la información requerida para poder realizar un análisis más amplio de su caso.

Respecto al servicio de asistencia lamentamos informarle que no se cuenta con uno que se le pueda brindar, es necesario que viaje acompañada de un familiar o persona conocida que le pueda asistir durante los vuelos.
En este tipo de solicitudes lo que se requiere es que nos haga llegar un informe médico para poder valorar si se puede autorizar que realice el viaje, de igual forma se verá si se puede autorizar que viaje sola.  Por lo que le pedimos nos comparta la siguiente documentación en formato PDF:
– Informe médico debidamente requisitado por su médico tratante (adjunto)
– Aviso de privacidad firmado por usted (adjunto)
– Imagen de su pasaporte vigente
Por favor responda el presente correo sin modificar el asunto, adjuntando lo solicitado en formato PDF.
Srta. Codina, quedamos al pendiente de recibir la documentación lo antes posible para brindarle una pronta respuesta.

Obviamente aquí la “señorita Codina”, empieza a alucinar. Me acaban de decir que NO hay asistencia para mí y que, además, van a valorar si puedo viajar sola. ¿Perdón? ¿En serio? Tuve serias tentaciones de contestar “tranquilos, iré con alguien que me ponga un bozal por si me da por morder al pasajero de al lado”.  Pero me contuve porque en un par de semanas tenía un congreso en México y me veía en tierra por culpa de una gestión muy inepta por parte de la señora que estaba gestionando mi caso. Le pido un informe a mi psicóloga, no sin tener un par de crisis de ansiedad por el medio ante esa situación. 

04/09/2023 – Ante el miedo de que no me dejen volar, les envío un correo en el que les indico “Muchas gracias por su respuesta.  ¿En el caso de no existir el servicio de asistencia es necesario el envío de la información? La consulta era por si su compañía ofrecía este tipo de servicio, pero de no ser así, viajaré como suelo hacerlo habitualmente (sola, como una pasajera más). “ 

Judith, mi psicóloga, hace un informe en el que explica qué adaptaciones me pueden ayudar en un viaje así e indica claramente que son mejoras pero que sin ellas puedo viajar igualmente, claro. 

06/09/2023 – Les mando el informe junto a este texto (coñas a parte, me parece una gran oportunidad para que la lumbreras del otro lado aprenda algo): “Adjunto al presente remito el informe de mi psicóloga en el que se ha añadido la especificación de que no hay ningún inconveniente para viajar sola, así como mi pasaporte y la hoja de protección de datos firmada. 
Tras leer de nuevo los correos intercambiados, entiendo que ha habido algún malentendido o confusión; ya que no se trata de ninguna enfermedad ni ningún problema grave de salud mental.
Mi solicitud para saber si tienen servicio de asistencia para personas con discapacidad se debe a que en España, la empresa que gestiona los aeropuertos (AENA), así como algunas compañías aéreas, disponen de servicio de asistencia específica para las conocidas como “discapacidades invisibles”(https://www.aena.es/es/pasajeros/viajeros/personas-con-necesidades-especiales/discapacidades-invisibles/distintivo-discapacidades-invisibles.html ).

Soy una mujer adulta, madre de dos niños y llevo la dirección de una escuela de música, con 30 personas a mi cargo. Llevo toda mi vida viajando en avión, a veces sola y otras acompañada, y mi presencia en un avión o aeropuerto, jamás podría significar un peligro. Las consecuencias de un viaje en avión pueden ser el estado de agotamiento que me deja por la propia ansiedad que me pueden generar algunas situaciones como los sitios con mucho bullicio, las aglomeraciones, etc.
Son cosas que me pueden generar más ansiedad, pero en ningún caso suponen un impedimento; ya que de ser así, no me plantearía viajar en avión. Pero también es cierto que los aeropuertos que tienen estas pequeñas ayudas, me pueden facilitar algunos momentos puntuales especialmente estresantes para mí.  
Espero que con esto ya quede solucionado este asunto.” 

07/09/2023 – Tras no haber recibido el formulario que me mandaron y era  imposible que cumplimentara porque no tiene nada que ver con el caso, me responden esto: “Por medio del presente notifico que hemos recibido el documento de su médico particular, sin embargo, al no llenar el formulario que se le hizo llegar no podremos hacer la validación correspondiente que se pide realizar por protocolo.
Le pedimos que realice su viaje de manera habitual y que lleve con usted la carta del médico donde indica que puede manejarse por usted misma durante todo su viaje. Srta. Codina, le deseamos un excelente viaje.”

 A ver, que alguien me explique lo que ocurre por esas cabecitas, porque yo sigo sin entenderlo.

¡Ah! Y, como no, les pregunté varias veces por la opción de tener asistencia en el aeropuerto de destino y me dijeron varias veces que no existe eso para personas como yo. Así, tal cual. 

EL VIAJE DE IDA
Llegué al aeropuerto de Barcelona y allí todo fue perfecto. Me atendieron enseguida y muy bien. Me acompañaron a pasar el arco de seguridad y hasta la puerta de embarque, no hubo malas caras con miradas raras, ni preguntas incómodas. Gracias a Manuela y Eli, las dos personas que estuvieron en la asistencia en Barcelona. Ambas conocían perfectamente lo que significa ser neurodivergente y no sólo eso sino que ellas me explicaban la importancia de tener asistencia las personas como yo. Una ,maravilla, la verdad. Además, una de ellas me dijo que no era verdad que en los aeropuertos de México no tienen asistencia y alucinó cuando le conté lo que me había pasado con AeroMéxico.

Llegué a Madrid y allí me esperaban también para acompañarme hasta la terminal del vuelo con AeroMéxico. Iban muy estresados los empleados y allí sí que tuve que contestar varias veces un “sí, es para mí la asistencia” a cosas tipo “¿de quién es acompañante Usted?” o “señora, aquí es para gente que ha solicitado asistencia”. Allí sí que daba la sensación de que si no ibas con silla de ruedas, no debías estar allí. La persona que me acompañó para hacer el transfer de una terminal a otra resultó ser madre de un niño autista, así que tuvimos mucha conversación. En la terminal me dejaron en un sitio para esperar, reservado para personas con discapacidad, y la verdad es que eso estuvo bien porque era un espacio muy tranquilo. Luego, me acompañaron hasta la puerta de embarque. 

Durante el vuelo todo fue bien, pero estar 13 horas sentada al lado de un desconocido me generó una ansiedad tremenda. Y, pobre, era una persona súper amable que no hizo nada que me pudiera molestar, para nada. Pero está claro que si hago otro viaje así, tendré que ahorrar mucho para poder bloquear el asiento de al lado. O pagar por asientos más caros.
Si estás leyendo esto y crees que “esto nos pasa a todos” y que “claro, no te jode, a todos nos gusta viajar así”, puedes ahorrarte el comentario. Es algo que va más allá de una molestia o una comodidad.

Os preguntaréis cómo fue la parte que tanto miedo me daba al llegar a Guadalajara, ¿verdad? Pues fue genial, porque Alita, la organizadora del congreso, pudo hablar con el aeropuerto para pedir asistencia y no sólo la tuvimos todos los ponentes que lo necesitábamos sino que existe un programa fantástico en los aeropuertos de México gestionados por Grupo Aeroportuario del Pacífico.  No sólo te acompañan sino que te regalan una bolsa con apoyos visuales para moverte por el aeropuerto, algunos artículos para regularte, unos tapones y algunas cosas más. Alucinante, la verdad. Me acompañaron hasta la salida y no me dejaron sola hasta que encontramos a la persona que me iba a buscar.
Esta persona es Perlita, una mujer maravillosa a la que me adjudiqué como amiga a los pocos minutos de conocerla:-) 

Resumen del viaje de ida: agotador pero mucho mejor de lo esperado. 

EL VIAJE DE VUELTA
Esta vez todo parecía ser más fácil, ya que la asistencia en el aeropuerto de Guadalajara era una pasada y, además, esta vez ya tenía más claro el funcionamiento de todo. Además, en esta ocasión iba con el lanyard de girasoles, que se usa como distintivo para discapacidades invisibles, que me habían regalado en el congreso.

Hubo el “pequeño inconveniente” de que salimos con retraso porque la tripulación encontró tráfico para llegar… Yo fui 3 horas antes precisamente porque se ve que todo el mundo allí sabe que más tarde hay mucho tráfico. Bueno, no, todo el mundo no lo sabe, ellos parece que no lo sabían (jajaja si no lo decía reventaba). 

Para el vuelo de vuelta tuve más suerte porque el asiento que tenía al lado quedó libre y en el asiento del pasillo viajaba un chico adolescente encantador. La diferencia fue brutal en cuanto a ansiedad. Así que con eso confirmé lo que comentaba más arriba sobre el hecho de viajar con un desconocido al lado. 

Llegamos a Madrid de madrugada y entre el jetlag y todo lo que llevaba acumulado del viaje, estaba totalmente “ida”. 

Cuando pides asistencia tienes que esperarte en el avión hasta que llegan las personas de asistencia para acompañarte. Pues bien, a un señor azafato se le metió en la cabeza que yo tenía que salir del avión con el resto de pasajeros porque los que se quedaban eran sólo los que tenían asistencia. Y aunque yo le dijera que yo sí tenía asistencia (y con el lanyard puesto, claro), el señor seguía allí encabronado diciendo que no porque no tenía silla de ruedas, etc. Oooootra vez la misma historia. Por suerte, llegó una persona de asistencia de AENA y le calló.

Nos dejaron en un sitio lleno de gente esperando asistencia y allí ya falló alguna cosita y es que me dejaron cual objeto allí, ploff, sin indicarme qué tenía que hacer. Me dirigí a una señora, a la que le di el nombre, y estaba muy estresada por cierto y enfadada con algunos de sus compañeros, y me dijo que me sentara en unas sillas que estaban apartadas del mogollón de gente. Cosa que me pareció estupenda. 

Pasado mucho rato, yo seguía allí y fui para allá porque tenía la sensación de que se habían olvidado de mí. Me dijo que no que se acordaba y que me había mandado allí para que estuviera más tranquila. Eso me pareció muy bien, la verdad. Aunque también está bien que te informen de ello 😉 
Como no quedaba casi gente, me quedé allí mismo donde estaba la persona que coordinaba.
Al rato llegó un chico al que escuché que le decía que me acompañara a la terminal blabla y que yo no necesito silla de ruedas blablabla y que “es autista, escucha pero no…” (me pareció ver una señal de hablar, pero no lo recuerdo bien) y yo alucinando. Y también le recriminó que si él no había hecho la formación PMR para discapacidades invisibles o algo así. No sé, yo estaba demasiado cansada para dar una formación exprés en ese momento, pero hubiera sido interesante. 

Total, el chico fue amable (aunque me hizo andar a un ritmito digno de “se termina mi turno y me quiero ir a casa ya”).  Suerte que me gusta andar deprisa. 

Me dejó en el punto de encuentro de la terminal y allí sí me tocó aguantar al típico borde. A un señor coordinador, o lo que fuera, que decidió que yo no necesitaba asistencia porque me preguntó varias veces a quién acompañaba o por qué estaba allí. Esta vez mi agotamiento jugó a su favor, porque en otras condiciones mi respuesta hubiera sido algo menos amable. 

Finalmente me acompañó un chico súper amable que no sólo me acompañó hasta la puerta de embarque sino que gestionó con Iberia la posibilidad de que pudiera viajar con un vuelo que salía en ese momento y eso me ahorró un par de horas de espera. Madre mía, caso le abrazo y todo jajaja. 

Resumen del viaje de vuelta: estaba agotada, pero todo fue bien a pesar de pequeños detalles que poco a poco irán mejorando.

CONCLUSIONES
Señores de AeroMéxico formen mejor a sus empleados. Por lo menos a los que están atendiendo a personas con discapacidad.

AQUÍ escribí sobre cosas que pueden mejorar la experiencia en aeropuertos.



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