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La música es la herramienta más poderosa que tengo tanto para regular como para revolucionar mis emociones. 

Supongo que tendrá algo que ver el hecho de que vengo de una familia materna de músicos. Y que aprendí a andar casi a la vez que empecé las clases de música que seguí durante toda mi infancia. 

De niña estudié música en movimiento, lenguaje musical, iniciación al piano, flauta dulce, flauta contralto, coral, danza contemporánea (duré poco), jazz, claqué (eso es lo que más me gustó por goleada),… y alguna cosa más que no recuerdo. Ninguna duró mucho tiempo.
Cuando intento entender el porqué, llego a la conclusión de que abandonaba por falta de motivación algunas veces, no porque no me gustara, sino por el formato en que se me enseñaba, y otras veces para huir de situaciones en las que no me sentía cómoda; como puede ser demasiada socialización y/o exposición (clases grupales, espectáculos, audiciones, etc).

Lamentablemente no soy una virtuosa de la música, ni siquiera creo tener una gran cultura musical.
Mi relación con la música es emocional, es visceral.
Cuando tengo una canción favorita, no acostumbra a ser por la letra, es más bien por las sensaciones que despierta en mí la melodía, la armonía, los ritmos… los sonidos, los silencios…. es MAGIA.  

No sé como poner con palabras lo que me gustaría comunicar ahora. Lo voy a intentar. Y es que a veces pienso que yo siento la música de una manera muy visceral, muy profunda, muy intensa. Es como si cada nota, cada sonido, cada acorde, cada cosita se metiera dentro de mí.

Hay canciones que no las puedo escuchar porque me remueven de tal manera, que no soy capaz de entender lo que siento y lo que me está pasando y luego hay otras canciones que las puedo escuchar durante horas en bucle.
Algunas canciones las escucho y arranco a llorar sin poder evitarlo; y otras veces quiero saltar hasta tocar las nubes o dar vueltas hasta marearme.
Cantar… oh, cómo me gustaría cantar bien. Porque… ¡es taaaaan maravilloso y regulador cantar! Combinar graves y agudos, expresar todas las emociones con la voz… ¡Me encantaría cantar bien!  Por suerte para mi entorno sólo lo practico en la intimidad.

Me gusta archivar mis recuerdos con música. Así que mi archivo de recuerdos tiene banda sonora. De hecho, me atrevería a decir que yo no sólo pienso con imágenes, sino que también lo hago con música. 

Cuando me evado, que es muy a menudo, suelo cerrar los ojos con una canción, respiro hondo y abrazo todos los recuerdos que me evoca. Otras veces simplemente dejo que las emociones salgan y me ayuden a poner nombre u ordenar a mis sentimientos.

Por otro lado, cuando me imagino (sueño) situaciones futuras positivas, suelo hacerlo con música. Vamos, que vivo en un musical. 

Como conclusión de la música y mis emociones: la música para mí es algo vital. Sin ella, moriría. 

¡Soñad mucho y hacedlo con música si es posible! 

Imagine – John Lennon

 

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