La Vida es Bella (Roberto Benigni, 1997) es una de las películas que me gusta ver de vez en cuando.
Eso sí, alguien como el protagonista me pondría de los nervios con lo mucho que habla. Me explotaría la cabeza. Pero a la vez me fascinaría su excentricidad, su manera de ver el mundo y de vivir siendo él mismo sin miedo al qué dirán, su sensibilidad, su pasión, imaginación y creatividad. La demostración de amor y cordura tras una fachada de locura. Me encanta.
Yo quiero ser una principessa a ritmo de Offenbach 😉