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Cuando me preguntan si soy ordenada, siempre contesto un “no lo sé”. Porque me considero caótica y ordenada a la vez. Y todo en sus extremos, como siempre. 

Caótica y acumulativa
De niña, y no tan niña, siempre tenía la habitación que daba miedo. Soy terriblemente acumulativa, lo confieso. 
Pero es importante destacar que dentro de mi desorden, está mi orden. Y es que sé perfectamente dónde puedo encontrar las cosas.
Así que siempre decía, y digo, que yo tengo mi orden en el desorden. 

Cuando digo que soy acumulativa es porque si empiezo a amontonar papeles en la esquina de una mesa, o ropa en una silla, ese será el lugar de todos los documentos, o toda la ropa, hasta nuevo aviso sin ningún tipo de criterio ni discriminación.
En un mismo montón tanto pongo una carta de sanidad, como la foto de mi infancia que cogí días atrás para hacer una publicación.
Y, ojo, que ver esos montones (y montañas) no me genera placer. Más bien todo lo contrario, me agobia mucho.
No soy una vaga. Lo que me pasa es que no sé por dónde empezar. 

Ordenada (o ultra ordenada)
A parte de no saber por dónde empezar; lo que me pasa es que también sé que cuando empiezo no son 10 minutos, sino más bien 10 horas seguidas, sin atender nada más. 
Me relaja el orden y ver los espacios “limpios de pongos”. De hecho, en mi casa no tengo cuadros en las paredes (remarco paredes, porque el único que tengo, está en el suelo) y necesito espacios con luz, claritos, con muebles blancos o de madera muy clara; pocas cosas a la vista y todas en su sitio exacto. 

Si tengo que ordenar la montaña de ropa de la silla, lo más seguro es que antes vacíe el armario y lo vuelva a ordenar, incluyendo esa ropa (limpia, por cierto, no usada). Y dejaré el armario ordenado por tipo de prenda, color, medida, con las perchas iguales y en la misma dirección… de tal manera que visualmente me deje hipnotizada.
Cuando ordeno, además, también tiro, dono o reciclo muchas cosas. Esto es muy terapéutico también.
Y ahí va otra confesión: tras ver el programa de Marie Kondo, a veces me despido de las cosas a las que les tenía mucho apego. 

Así que sigo sin saber si soy caótica u ordenada, pero bien, así soy yo.

 

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