Si analizo mis interacciones sociales habituales, como ir a comprar, me doy cuenta de que las paso automatizando respuestas.
Para empezar a escribir sobre esto, diría que, dejando de lado los diagnósticos y etiquetas, esto es algo que hacemos todos.
Al fin y al cabo, vivimos en una sociedad donde hay unas normas que hacen que de una manera u otra todos tengamos unas respuestas automatizadas (gracias – de nada, estornudo – ¡salud!, disculpa – dime…).
En mi caso, al funcionar por patrones y ensayando las interacciones sociales hasta el más mínimo detalle, tengo las respuestas, para cada ocasión, muy interiorizadas y preparadas.
El problema es que a veces suelto respuestas de manera automática en situaciones como:
- En un restaurante, el camarero me dice “su plato, que aproveche” y le contesto un “gracias, igualmente”
- O digo “gracias – de nada – adiós” del tirón porque he entrado en bloqueo y me quiero ir de una tienda.
- Si alguien estornuda 10 veces seguidas, diré “salud” 10 veces seguidas tras cada estornudo.
- Si la conversación se desvía hacia una variable que no tenía prevista, puedo soltar un “gracias” o un “perdón” sin venir a cuento, así por decir algo.
- Si tropiezo o me golpean sin querer pido perdón (¿por estar allí?)
- Cuando no estoy segura de estar entendiendo una conversación, me sale el “perdón” automático.
Pero lo del perdón ya es otro tema que creo podría vincular a la falta de autoestima que te deja un diagnóstico tardío. Siempre he tenido la sensación de pedir perdón hasta por respirar. Y esto es agotador y desgastante.