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Sigo con cositas con las que creo que tengo que mejorar. Hoy voy a hablar sobre terminar las conversaciones. 
No me refiero a cuando hablo de un interés restringido y no hay quien me pare cual kamikaze cuesta abajo sin freno.
Hablo de, por ejemplo, una reunión de trabajo, una conversación en la calle, un café rápido, una llamada telefónica (suponiendo que la atienda), una entrevista… A continuación describo algunos ejemplos.

Puedo ser muy seca cuando:

  • Desconecto, ya sea porque no me interesa la conversación o porque tengo la cabeza en algo que monopoliza todo mi interés, y doy por finalizada la conversación sin que hubiera terminado la otra persona. 
  • En una reunión de trabajo cuando ya ha terminado el tema por el que habíamos quedado y la otra persona empieza a hablar de otras mil cosas que no vienen al caso. Recordemos que yo planifico y preparo al detalle mis intervenciones “sociales” y es posible que en ese momento mi cupo de socialización está al máximo.

Puedo no parar a tiempo cuando: 

  • No me doy cuenta de que la otra persona está intentando finalizar la conversación.
  • Me doy cuenta (sí, lo reconozco, lo detecto a veces) que la otra persona intenta finalizar la conversación y yo no paro de hablar hasta que digo todo lo que tenía planificado. 
  • Interrumpo demasiado (es una crítica hacia mí que me han dicho muchas veces) y/o cambio de tema. Salto un tema a otro (os diré que esto es buena señal porque sino sería la opción de silencio total por desconexión).  

Puedo crear silencios incómodos cuando:

  • No estoy segura de si ha terminado una conversación y de si la otra persona está esperando que responda a algo (preguntas retóricas). 
  • Me sueltan demasiada información interesante en pocas palabras y la estoy procesando. Supongo que este momento, para muchos, se considera que “estoy en mi mundo”. 

Y luego están las “cosas cariñosas” como el clásico “cuelga tú, no venga, tú, no, tú…” y así me pueden dar las uvas por no querer “hacer sentir mal a la otra persona si cuelgo”. A no ser que tenga muchas ganas de hacer algo de mi interés. Entonces aguantaré un “cuelga tú” por postureo social y colgaré sin dar pie al “no, tú”.

En general me suelen decir mucho eso de “no escuchas”. En mi defensa diré que muchas veces es sin querer. Y en mi autocrítica digo que sí, que otras veces es queriendo.   

Siento si alguna vez os he molestado con mis maneras de terminar las conversaciones. Los que me conocen ya saben que forman parte de mi encanto 😉
Lo mejor es decírmelo al momento en lugar de enfadarse por ello. Con la primera opción ganamos las dos partes. Con la segunda, posiblemente os enfadéis y yo ni me entere.  

Siguiente cosa que me cuesta: los halagos.

 

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