Skip to content Skip to footer

Amiga, estoy rota. 

No te voy a engañar con frases de esas que se dicen para intentar encontrar consuelo donde no lo hay. Estoy enfadada, muy cabreada, con esta maldita enfermedad. No tolero las injusticias y lo que te ha pasado me parece la peor de ellas. 

Tan diferentes y tan iguales a la vez. Tú morena, yo rubia. Tú con pelo corto, yo largo. Tú tan deportista y yo tan… digamos “artística”. Autistas las dos. Neurodivinas ambas.

Nos conocimos entre risas y nos despedimos descojonadas de todo y de nada; con un “venga, que en nada nos vemos fuera del hospital comiendo unos huevos fritos con un jamoncito bueno y un bote de nocilla”. 

Tan única, tan maravillosa, tan tú y tan nosotras. Es imposible no quererte, GemaConUnaM (en negrita, para que quede bien claro como nos pediste).

Sólo puedo agradecerte todo lo que hemos compartido durante este tiempo. Ha sido breve pero intenso y auténtico.

A veces la vida te conecta con personas que te hacen sentir en casa, personas como tú con las que conectas de una manera especial, con las que surge ese sentido de pertenencia que tanto hemos anhelado y tan poco hemos sentido durante nuestras vidas. Y a veces, la misma vida, por alguna razón que jamás comprenderé, se lleva a quien menos lo merece y más necesitas tener cerca.

Te echaré de menos hasta el infinito. Eres un referente de vida. 

GRACIAS por tanto mi compañera de charlas, o mejor dicho monólogos, mi amiga, mi #churricornia.
Te quiero mucho (hay que ver lo cursis y ñoñas que nos hemos puesto estas últimas semanas, eh). 

Por cierto, no te despistes, que nos conocemos, y acuérdate de guardarme un sitio cerquita tuyo allí donde estés (sí, yo llevo el vino, no me olvidaré tampoco).

Hasta siempre, amiga.

Go to Top