El Día Internacional de las Personas con Discapacidad fue declarado en 1992 por la Asamblea General de las Naciones Unidas mediante la resolución 47/3, cuyo objetivo es promover los derechos y el bienestar de las personas con discapacidades en todos los ámbitos de la sociedad y el desarrollo, así como concienciar sobre su situación en todos los aspectos de la vida política, social, económica y cultural.
He escrito PERSONAS con mayúsculas y discapacidad en minúsculas. No, no es un error; lo he hecho a conciencia. Porque creo que demasiado a menudo se nos olvida que somos personas y no se ve más allá de la “discapacidad”. Una discapacidad, muchas veces, que no existiría si viviéramos en una sociedad hecha por y para todas las personas; una sociedad en la que se comprendiera la diversidad como lo que es: lo “normal”.
Y si hablamos de discapacidades invisibles, eso que suena a superpoder, ya os puedo decir eso de “apaga y vámonos”. Porque los que tenemos este tipo de discapacidad, no sólo quedamos invisibilizados, sino que constantemente se nos cuestiona y se nos invalida; y, lo más grave, se espera de nosotros que pongamos todo nuestro esfuerzo en que se siga “sin notar”. Vivimos en una sociedad en la que parece que eso de lo que no se ve, no existe debe seguir siendo así. Una sociedad capacitista y cuerdista.
Está bien hablar de nuestras dificultades y reivindicar nuestros derechos, pero también es necesario que se comprenda que más allá de los. desafíos también hay muchas cosas que se nos dan bien y que se quedan en la sombra; cosas que deben ponerse en valor y deben dejar de infravalorarse por el simple hecho de ser diferentes.
No somos seres de luz, ni superhéroes ni pobrecitos. Somos PERSONAS. Y como cualquier persona, tenemos nuestros desafíos y nuestras fortalezas, pero con el agravante de tener que (sobre)vivir en una sociedad que no está hecha para, ni por, nosotros. Esto es injusto.
Soy autista. Y punto.
Aprovecho para compartir de nuevo el vídeo que hicimos hace pocas semanas 🙂