Skip to content Skip to footer

Tuve varios trabajos, y muy variopintos, durante mis años como estudiante.
Hará unos 20 años, entré en la oficina de una empresa multinacional como becaria de Traducción e Interpretación, especializada en alemán. Y mi trabajo consistía en hacer traducciones (obvio, lo sé).
Me resultaba bastante aburrido y en ese momento pensé que era por tener que estar muy sola (tócate un pie). Pero ahora creo que era más bien porque no podía dar rienda suelta a mi creatividad y espíritu emprendedor.

Con los años me he dado cuenta de que, una vez más, allí fui una persona “correcta” y bastante invisible. No era ni conflictiva ni el alma de la fiesta. Era obediente y trabajadora. Poco habladora y muy escueta, sobre todo en momentos tipo “ascensor”, “café” o “pasillo”. Allí sacaba mi yo (máscara) más formal. Y es que este tipo de conversaciones siempre se me han dado mal.

Me costaba dirigirme a mis responsables y siempre tenía la sensación de no gustar (¡suspendida en autoestima!) o de no parecerles interesante lo que hacía. Y probablemente era mi percepción, porque luego me quisieron contratar. Pero yo lo veía así. Era una trabajadora hormiguita, conformista y con poca ambición. Sabiendo que podía dar más de mí, pero sin saber cómo demostrarlo. Ahora creo que, a lo mejor, los que me rodeaban tampoco sabían cómo acercarse a mí. Una de mis corazas siempre ha sido la distancia.

Bien, ahora que ya me he ido un poco por las ramas, vuelvo a lo que quería contar hoy.

Echando la vista atrás, me doy cuenta de que sí que hay cosas que creo que pasaron por alto. O igual son de lo más corriente y soy yo la que lo ve como algo extraordinario*; que cada uno llegue a sus conclusiones.
*en el sentido de ser diferente, no de ser superwoman.

Cuando ya había terminado mis tareas (TDAH mediante) en mis ratos libres, en lugar de perder el tiempo haciendo “nada productivo”; me dio por perderlo de una manera diferente.
Me dediqué a hacer un diccionario técnico para la traducción (alemán – español), con unas 300 entradas. Especializado en el sector de la empresa en la que me encontraba.
Nadie le dio importancia. O, como mucho, me hicieron algún comentario de: “¿en serio? ¿por qué?” con cara de “qué cosas más raras haces”.

Para mí era lógica pura: era una herramienta que yo necesitaba y que no existía; o , por lo menos, yo no encontré en ningún lado tras hacer consultas y buscar en varias librerías.
En ese momento me pareció de lo más útil para hacer bien mi trabajo y ser más eficiente.  Así que pensé “pues si no existe, lo hago yo y eso que ganamos todos los que lo podamos necesitar”. No lo necesitó nadie más. O igual no le llegó a nadie que lo pudiera necesitar.

Estaba tan satisfecha y orgullosa de mi trabajo, que lo llevé al Registro de Propiedad Intelectual. Me emocioné mucho al salir de allí, sola, con el sello de entrada de mi “obra”. Lo guardé en un cajón y allí terminó todo. 
Esta semana he hecho la consulta, para asegurarme que no se me está yendo la cabeza, y me han confirmado que sí, que ahí está.
Por suerte puedo pedir una copia, porque el original creo que pasó a mejor vida en algún momento de frustración; posiblemente por incomprensión y sentido de no pertenencia. 

Para entonces tenía unos 21 años.

Explico esto con la finalidad hacer una pequeña reflexión. Desde mi humilde opinión, si alguien hubiera potenciado esto que me gustaba, en lugar de hacerme encajar en un mundo laboral hostil para mí; posiblemente hubiera brillado un poquito más pudiendo desarrollar mis capacidades aprovechando lo que, para entonces, era mi interés restringido. ¿Quizás así no hubiese sentido tanta frustración y desmotivación? 

Creo que hay muchas personas que podrían haber aportado mucho, o que pueden aportar ahora, pero todavía vivimos en una sociedad tradicionalmente capacitista que frena grandes talentos (no me refiero a mí como gran talento, no es mi caso).

Por este motivo siento que tenemos que seguir luchando para que la diversidad sea el motor de una sociedad más rica en valores, más humana.

 

Deja un comentario

Go to Top