Lo (hiper)siento, pero no me toques

Para empezar, y para romper mitos que me han llegado sobre las personas con mi etiqueta: tengo sentimientos.
Lloro, río, siento el dolor y me desato en la euforia. 
De hecho, una de las pistas para decidirme a hacer el diagnóstico fue hacer el test PAS (https://pasespana.com/alta-sensibilidad/) y confirmar que soy una Persona Altamente Sensible. Me gustó confirmar que sigo siendo persona aunque me suela sentir marciana.

Soy cariñosa y creo que sé amar con toda mi alma. Y esto no es una de las cosas que he aprendido a forzar a lo largo de estos años. Es algo que me sale del corazón.
Pero mi forma de demostrar mi amor y mi cariño quizás (quizás quizás) no es como los demás esperan. 

Por ejemplo, hay momentos en que sé que alguien necesita un abrazo y me encantaría tener este impulso de abrazar a quien percibo que lo necesita, pero simplemente no puedo.
Pongamos por caso que te despiertas mañana y resulta que dar una bofetada (a mano abierta, puestos a imaginar burradas) para saludar fuera lo “normal”. Seguramente no podrías (aunque lo desearías con algunos, lo sé) porque es algo que te resultaría violento y serías incapaz de hacerlo, ¿verdad? Pues a mí me pasa algo parecido: Me resulta violento el contacto físico en general. Me incomoda.
Y creedme que esto me causa dolor, porque desearía con todas mis fuerzas poder abrazar y sentirme abrazada más a menudo.  

Sé lo que es un abrazo de corazón, claro que lo sé, y sé la sensación tan maravillosa que se experimenta. Me atrevería a decir que cura. Pero por alguna razón incomprensible tanto para vosotros como para mí, esto es lo que siento. 
IMPORTANTE: a mis hijos los UltraMegaMacro AchuchoAbrazoEstrujo continuamente y es lo mejor de mis días y de mi vida.

Sé que es muy egoísta a ojos de la mayoría lo que voy a decir pero… aunque te parezca raro, pídeme permiso para abrazarnos.  

Y os digo una cosa: los abrazos más bonitos se pueden dar con una mirada, con unas palabras, con un silencio….

Y de los besos ya hablaré otro día…. da para ello.

Sonaba esta canción (una de las que me gustaría aprender a tocar antes de mi 1er AspiCumple) mientras escribía esto:

Observando voy, analizando vengo.

Cuando salgo a la calle me pongo los auriculares (con o sin música) y veo nada mientras no lo veo todo, pero no me pierdo ni un detalle de lo que me interesa o de lo que puede ser un peligro.

Cuando salgo de casa, lo analizo todo. Y todo es TODO. Cada persona, cada sitio, cada situación. Soy un escáner con patas.

Entro a un sitio y busco las salidas de emergencia, calculo cuánta gente puede llegar a haber, la acústica del local y si se prevén ruidos fuertes, cuánto rato creo que podré estar sin sentirme incómoda, y así un largo etcétera. Y si es un pica pica, sabré por dónde van a salir los aperitivos calientes. por supuesto.

En cuanto a las personas, me encanta observar cómo se comunican, cómo gesticulan, qué palabras dicen, cómo las dicen, cómo las perciben las otras personas,, qué piden, qué beben, cómo comen, cómo beben… (después de esto veremos quién es el guapo que quiere tomar algo conmigo ;-))  y mi cabeza saca patrones continuamente, uno tras otro. ¿Patrones para qué? Para dirigir mi comportamiento e intentar predecir cómo se comportarán los demás. Fácil.

Y las redes sociales…. oh, qué paraíso para la observación de los comportamientos y el tan sorprendente “postureo”. Vivimos en una sociedad en la que está tan normalizado el aparentar, que se convierte en extraordinario ser uno mismo. Esto debe ser cansado también, compadezco a quienes lo practican.
Yo reconozco que de vez en cuando intentaba hacerlo, pero ya tengo suficiente con mi “postureo” de supervivencia.

Libertad de ser y respeto

Una de las cosas que hace más bonita y especial a una persona es la libertad de ser y de equivocarse.

Escuchar, respetar y abrazar esta libertad, es un acto de amor verdadero.

Zapatos

Me encantan los zapatos de una manera inversamente proporcional a lo feos que me parecen los pies en general (seguidos por las orejas). 

Tengo muchos pares de zapatos que debería y me gustaría usar a diario. 
Y tengo los dos pares que uso: los de invierno y los de verano. He simulado tirarlos por petición popular. Varias veces. A mi también me parecen roñosos y  bastante descuidados, pero… ¡no hay pero! Me aportan seguridad y menos torpeza al andar.

Con mis zapatos “zona de confort” sé que es menos probable que tropiece. Y si tropiezo es posible que no me caiga. Y, por supuesto, son mis mejores aliados para andar tantos km como mis pies quieran y dejarme perder por la ciudad.

Amigo, amiga, sí que me importa, claro que me importa.

Todos sabemos que cuando estamos con alguien (o una misma) que está pasando un mal momento se espera una reacción que pase por el contacto físico.
Parece que el contacto físico acompañado de palabras adecuadas es la manera más aceptada de consuelo en la sociedad neurotípica. 

En mi caso no. En mi caso no digo que me moleste que estemos físicamente cerca en ese momento. De hecho, seguramente quiero que estés (o estar yo) allí, pero si puedo elegir, será en silencio y sin contacto físico. Y si puedo seguir eligiendo, será cada uno desde su casa, no nos engañemos. 

Seguramente esto te hará sentir una sensación extraña y un tanto incómoda. Yo también me siento rara por no poder darte de manera natural el consuelo “físico” que me pides, pero me esforzaré en hacerlo si es importante para ti; igual que agradeceré infinitamente que respetes mi espacio cuando soy yo la que está mal. 

El hecho de actuar de una manera distinta no significa que sea una insensible o que no me importe lo que te pasa. Claro que me importa si tú me importas (remarco esto último) y seguramente lo siento tanto como tú pero si mi manera de demostrártelo tiene que pasar por un contacto físico, me voy a sentir incómoda. Porque el contacto físico me suele resultar violento. 

Si somos capaces de tener una comunicación sin prejuicios que esté por encima de todas las etiquetas, encontraremos el equilibrio que dé sentido a nuestra amistad. 

(Canción que estoy escuchando mientras escribo y concierto al que iría, aún sabiendo que me encontraría a miles de personas juntas, si alguien inventara una máquina del tiempo).

Esas ocurrencias, cosas y cositas…

Una de las frases que más suelo escuchar es “qué cosas / ocurrencias tienes”. Lo que no saben es que no son “cosas” ni “ocurrencias” sino que es mi manera de ver el mundo y a mí me pasa lo mismo, pero al revés, con lo que veo y escucho en mi día a día.
La diferencia es que yo no le voy diciendo a nadie que qué ocurrencias tiene. Más bien voy pensando “pues no lo entiendo pero cállate que la rara eres tú”.  

Así que iré hablando de “esas ocurrencias” para dar un toque de humor a todo esto.  

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Esas ocurrencias: el matamoscas

Cuando me dicen que “me darán herramientas para hacer más fácil mi día a día” me imagino con un matamoscas para apartar a quien se acerque demasiado. No lo puedo evitar.

¿Transparencia, literalidad y rigidez? Un poco más sobre mí.

Voy a intentar hacer un pequeño acercamiento a los conceptos de transparencia, literalidad y rigidez en el espectro autista. Siempre desde mi propia experiencia, claro.

No entiendo el sentido de la mentira más allá de las que pueda decir cuando no me siento con fuerzas para evitar un evento social o quiero evitar cualquier situación que me genera ansiedad (sí, soy altamente evitativa y quizás anticipo demasiado). Aunque diría que ni siquiera es una mentira porque lo que algunos verán como un “no quiero” para mí realmente es un “no puedo”. Porque NO PUEDO.  Ojalá pudiera ir y ojalá pudierais respetarme.

Es cierto que con los años he asimilado la mentira como una herramienta más de socialización. Qué contradictorio, ¿no? Además, se me da fatal.

Sé que más de una vez he tenido malos entendidos porque otras personas han interpretado mi conducta como una mentira e insisto: no. 
Quizás me cuesta darme cuenta de que que no he entendido una indirecta, o no he captado un mensaje entre líneas… y seguramente encima he interpretado de manera literal un doble sentido… ¿Os podéis imaginar a las personas a las que he podido hacer daño sin siquiera darme cuenta? ¿Y os podéis imaginar el dolor de no entender el porqué de unas reacciones?

Muchas personas me definen como una persona transparente, sin filtros; y lo ven como algo “gracioso”.  
¿Os digo una cosa? Mi sensación es que a los neurotípicos no os/les gustan las verdades tanto como se dice por ahí.  Queda bien decirlo y cuesta encajarlas. Quizás porque “estamos” acostumbrados a que se nos diga lo que queremos escuchar. En mi cabeza esto es mentir.
Yo, en cambio, necesito que se me digan las verdades con los mínimos rodeos (porque lo más seguro es que me pierda en ellos antes de que llegues al quid de la cuestión).  Si puede ser con cariño, mejor (ya he hablado de los sentimientos que SI que tengo).

Por mi parte, os diré las verdades. Perdonadme si os hago daño en algún momento (o muchas veces, o casi siempre) ya que a veces soy una poco “bruta” diciendo las cosas, pero dudo que lo haga de manera premeditada (entonces sería cinismo, en su doctrina filosófica de la Antigua Grecia, del que hablaré largo y tendido más adelante).
En resumen: El continente del mensaje igual no os gusta, pero el contenido será honesto y sin maldad.

¿Soy rígida? Con las cosas que me interesan, mucho. Me alteran los cambios repentinos (sí, como diría mucha gente “se me va”) y las normas están para cumplirse.
No soporto la injusticia ni el incumplimiento de las normas si esto afecta de manera negativa a otras personas, seres vivos o cosas. No tolero que se vulneren los derechos de los demás. No entiendo y (sí) condeno a quien permite que sucedan estas cosas sin hacer nada para evitarlo. No me entra en la cabeza y agradezco infinitamente ser así. Esta parte de mí espero que no cambie nunca.
Suelen decirme que no debería tomarme las cosas tan “a pecho” (entonces me pongo la mano en la parte alta del pecho de manera inconsciente)  y en ese momento pienso: esto creo que es la pasión y no sé vivir de otra manera.

Ya de paso, y sin venir a cuento, decir que me pone de los nervios los coches que circulan por el carril del medio teniendo libre el de la derecha. 

¿Perdono pero no olvido? Lo que tengo claro es que no olvido (menos lo que se me olvida casi sin haberlo retenido porque me genera interés cero) y lo que dejo en duda es lo de que si perdono o no. Creo que sí, pero ya sabéis lo que opina Platón en la Apología sobre Sócrates “sólo se que no sé nada”.
Entro en bucle una y otra vez cuando no entiendo algo aunque por suerte he aprendido a preguntar e intento explicar lo que me pasa.

Gracias por leerme y no juzgarme. Para mí no es fácil hacer estas reflexiones y me gustará ser capaz de explicar cada punto con más detalle y poder traducir en palabras las sensaciones que tanto me cuestan exteriorizar de manera “neurotípica”.

literalidad, rigidez y transparencia en el autismo o Síndrome de Asperger
Literalidad espectro autista

Esas ocurrencias: las bridas

Una vez me pidieron que mandara un vídeo explicando si solía llevar algo curioso en el bolso.
Conté que yo suelo llevar bridas (si es posible una clara y una oscura) y me explayé contando su utilidad: por si se rompe el bolso, o el botón del pantalón, o las sandalias… Tengo que prever situaciones que me rompan la planificación del día y evitar situaciones que me pongan en un apuro de los que tienes que pedir ayuda en cualquier sitio.

Añado, además, que suelo llevar un cúmulo de notas de papel para recordar las cosas (esto va con mi querido TDAH), que me serían muy útiles si las mirara algún día . O cosas tan inútiles como unas llaves que no sé qué puertas abren.